SOMOS es una novela de amor al Universo, a la Tierra, a la Luna y a nosotros mismos y la historia de tres viajes
Una historia de amor que trata sobre la conciencia de la relación entre el ser humano con la inmensidad del universo y los dilemas éticos que surgen entre colonizar la luna o solucionar los problemas de la tierra.
Los personajes se enfrentan, en medio del desgaste físico de nuestro planeta y la posibilidad de autodestrucción nuclear, a la incertidumbre, el vértigo, la ansiedad, la soledad, la depresión y la ambición por colonizar la Luna para la explotación de sus recursos.Y es en medio de este torbellino donde surge la conciencia de que todos y todo formamos parte de una totalidad y que esa totalidad está en cada uno de nosotros, por eso SOMOS. Esto es lo que la hace una historia de amor al Universo, a la Tierra, a la Luna y a nosotros mismos.

SOMOS es la historia de tres viajes: un primer viaje es el viaje físico a la Luna de la protagonista, una joven astronauta, los pasajeros y el comandante de la nave; el segundo es la historia del viaje emocional hacia la profundidad de la condición humana de la protagonista y los personajes que participan en el trayecto y en tercer lugar el viaje de todos hacia la conciencia de que todos somos parte de la totalidad y la totalidad está en cada uno de nosotros.
Es la historia de una íntima conversación entre lo diminuto y lo inmenso, entre lo efímero y lo eterno, entre la incertidumbre y la esperanza.
¿Cómo surgió la idea?
Cuando era niño, durante el día, me tumbaba en el piso del pasillo para ver las nubes e imaginarme formas de animales y en las noches, a través de una pequeña ventana, veía ese enorme manto negro lleno de puntitos blancos y me imaginaba cómo sería hacer eso de caminar en la Luna, en medio del universo. El 20 de julio de 1969 mi padre reunió a toda la familia en la sala para ver en la televisión de bulbos, en blanco y negro, la primera vez que un par de astronautas pisaron la Luna, en el Mar de la Tranquilidad en el Apolo 11. Para mí fue impactante y, como a muchísimas personas, me provocó una gran curiosidad. Por eso, preguntaba y me iba enterando de las diferentes misiones en el Programa Apolo, hasta la última que fue el Apolo 17 en diciembre de 1972.
Ha pasado el tiempo y, en los últimos años, al igual que todos ustedes, he venido siguiendo las noticias del gran interés que se está teniendo por varios gobiernos del mundo por seguir la exploración y la colonización de la Luna y Marte, sólo que ahora con mejor tecnología, inteligencia artificial, el telescopio James Webb y la carrera paralela de empresarios norteamericanos por lograr el turismo espacial y la colonización de la Luna y Marte. Hace un par de meses despegó una nave no tripulada con la cápsula Orión como preparación para el viaje tripulado a la Luna que se realizará en 2025 para posteriormente establecer una Aldea Lunar que sirva de trampolín para viajar y colonizar Marte en el 2030 y esto coincide con las fechas en que los empresarios quieren hacer lo mismo.
Pues estas noticias hicieron que me pusiera a leer aquí y allá y de esas lecturas me surgieron algunas curiosidades y preguntas que fueron el trampolín para escribir esta novela SOMOS. Una novela que me permitiera reflexionar sobre los hombros de personajes entrañables acerca de algunas preguntas:
La primera curiosidad fue voltear a ver el cielo y pensar cuándo empezó todo esto. Hay muchas teorías, pero al final se dividen en al menos dos y no tienen una verificación total: la que sostiene que el universo es único y que venimos de una explosión, el Big Bang, que no sabemos que había antes y que no podemos explicar científicamente de dónde venía la materia que explotó y si tiene límites o contornos y la segunda es que sí venimos de este Big Bang de hace 13,800 millones de años pero que la materia de la explosión viene de un momento de singularidad propiciada en el universo por agujeros negros que son zonas donde la densidad se vuelve infinita y con ella, la gravedad, por lo que succionan todo lo que les llega y no permiten ni que las fuerzas electromagnéticas –entre ellas la luz visible– salgan de ellas. La teoría del Big Bounce es una hipótesis cosmológica que sugiere que el universo se expande y se contrae en un ciclo infinito, en lugar de tener un solo origen y una única evolución.
En esta teoría, el universo comienza con un Big Bang y se expande durante un período de tiempo, pero en lugar de continuar expandiéndose indefinidamente, llega a un punto en el que la gravedad atrae toda la materia y la energía del universo de vuelta hacia un punto de densidad infinita, lo que se conoce como Big Crunch. A partir de aquí, el universo se contrae en un período de tiempo relativamente corto, y luego experimenta otro Big Bang que inicia otro ciclo de expansión y así sucesivamente.
Según la teoría del Big Bounce, ( Roger Penrose, Paul Steinhardt, Neil Turok) este ciclo de expansión y contracción podría ser infinito, lo que significa que el universo nunca tuvo un verdadero comienzo y no tendrá un final. La teoría del Big Bounce sugiere que nuestro universo actual es solo uno de muchos universos que se han expandido y contraído en este ciclo infinito, lo que implica la existencia de un universo antes del nuestro y un universo después del nuestro. La teoría del estado final del agujero negro es un concepto teórico que se refiere al estado en el que toda la materia y la energía se concentran en un punto infinitamente pequeño de densidad infinita provocando un big crunch. Esto se conoce como una singularidad.
A esta primera gran pregunta se sumaron otras y traté de darme algunas primeras respuestas:
¿Necesitamos salir al espacio, conmovernos con el efecto de la perspectiva de ver la Tierra desde el universo, para entender la fragilidad de nuestro planeta y la invisibilidad de sus fronteras geográficas, económicas, sociales, religiosas?
La experiencia de ver la Tierra desde el espacio podría cambiar nuestro comportamiento en la Tierra de varias maneras. Ver la Tierra desde el espacio nos ayudaría a reconocer la importancia de trabajar juntos para proteger a nuestro planeta y a todos los que viven en él. Esto podría motivar a las personas a tomar medidas para mejorar la situación del medio ambiente, como reducir la contaminación y cambiar nuestras prácticas de consumo. Además, podría ayudarnos a reconocer la fragilidad de nuestro planeta y la vulnerabilidad de sus fronteras, lo que nos motivaría a trabajar juntos para abordar los problemas globales.
¿Se justifica la pretensión de explorar y colonizar la luna o Marte, sabiendo que son ambientes inhóspitos, que es muy difícil vivir ahí, pudiendo utilizar esos recursos para solucionar primero los problemas de la Tierra, que son muchos, para conservar el paraíso que tenemos comparado con las invivibles condiciones que nos ofrecen la Luna o Marte o cualquier otro exoplaneta? ¿Qué hacemos? ¿Colonizamos la Luna y Marte o mejoramos la Tierra?
En mi opinión, es importante tanto colonizar la Luna y Marte como mejorar la Tierra. La colonización del espacio ofrece la posibilidad de descubrir nuevas tecnologías y recursos, lo que podría mejorar nuestra vida en la Tierra. Al mismo tiempo, es importante mejorar nuestro planeta para garantizar un futuro sostenible. Esto significa reducir la contaminación, cambiar nuestro consumo de energía y desarrollar nuevas tecnologías para mejorar nuestra calidad de vida.
Por un lado, explorar y colonizar otros planetas puede ser importante para la supervivencia de la especie humana a largo plazo. Si bien la Tierra es nuestro hogar actual, no es inmune a desastres naturales, como impactos de asteroides o erupciones volcánicas masivas, o a desastres provocados por el hombre, como el cambio climático o la guerra nuclear. La exploración y colonización de otros planetas podría proporcionar un refugio seguro y una oportunidad para la supervivencia de la humanidad.
Por otro lado, es importante abordar y solucionar los problemas actuales de la Tierra, incluyendo la pobreza, el hambre, la desigualdad social, el cambio climático y otros problemas ambientales. Muchos argumentan que deberíamos centrar nuestros esfuerzos y recursos en resolver estos problemas antes de explorar otros planetas.
Además, la exploración espacial puede ser muy costosa y podría parecer un gasto frívolo en comparación con los problemas urgentes que enfrenta la humanidad en la Tierra.
En última instancia, puede ser importante encontrar un equilibrio entre explorar el espacio y mejorar las condiciones en la Tierra. La exploración espacial puede ser un motor para la innovación y el descubrimiento que beneficie a la humanidad en general, mientras que también se abordan los problemas terrestres.
¿Se repetirán en el espacio, entre los seres humanos que llegasen a colonizar la Luna o de Marte, las pasiones que tenemos en la Tierra de ambición de poder, de control, de adicción al conflicto? ¿Se mantendrán o reforzarán los sentimientos de amabilidad, amor, el aprecio a la belleza, la ternura, la solidaridad, la esperanza?
Es difícil predecir cómo se comportarán las personas en la Luna o en Marte, ya que todos somos únicos y reaccionamos de formas diferentes a situaciones nuevas. Sin embargo, es probable que ciertos patrones comunes, como la ambición de poder, el control y el conflicto, se mantengan en cierta medida, especialmente si los seres humanos se enfrentan a circunstancias difíciles en el nuevo ambiente. Por otro lado, es probable que los sentimientos de amabilidad, amor, aprecio a la belleza, ternura, solidaridad y esperanza se refuercen. Muchas personas estarían ansiosas por encontrar un nuevo hogar y una nueva forma de vida, así como de establecer relaciones significativas que los conecten con su nuevo entorno.
Es posible que la perspectiva de enfrentar juntos los desafíos y dificultades de la colonización de un ambiente hostil pueda fomentar la solidaridad y el trabajo en equipo. Además, el hecho de estar en un entorno nuevo y desconocido podría generar un sentido de maravilla y admiración por la belleza y fragilidad del universo, lo que podría fomentar el aprecio por la vida y el medio ambiente.
Como son tantas las preguntas para la ciencia que llega un momento en que no tiene todas las respuestas, Entonces, ¿Hasta dónde se cruzan las ventanas de la ciencia y el arte para intentar conocer las profundidades de la condición humana y de la inmensidad del universo? ¿Se necesitan recíprocamente?
La filosofía es la verdad razonada, La ciencia, la verdad observada, La religión la verdad revelada, El arte sería la verdad intuida
La ciencia y el arte son dos campos de estudio muy diferentes, pero ambos son necesarios para comprender la condición humana y el universo.
Aunque la ciencia estudia los fenómenos naturales de manera objetiva, el arte proporciona una visión subjetiva y creativa de la realidad. La ciencia y el arte se completan y se necesitan recíprocamente para que los humanos puedan comprender mejor el mundo que nos rodea. La ciencia nos ayuda a comprender los principios subyacentes de la naturaleza, mientras que el arte nos ayuda a comprender nuestras emociones y relaciones con el mundo. La ciencia y el arte se cruzan cuando se utilizan para explorar las profundidades de la condición humana y de la inmensidad del universo.
¿Qué estamos haciendo aquí, tan diminutos? ¿Por qué tenemos conciencia e imaginación?
Creo que la memoria y la imaginación no son facultades distintas, sino que están entrelazadas en lo profundo. Nuestros recuerdos están compuestos en tres partes: los hechos en sí que sucedieron, la percepción individual y la ficción que construimos un recuerdo del hecho pero de cómo nos hubiera dolido menos o nos hubiera agradado más esa realidad. Están llenos de imaginación, de ficción y la escritura está siempre conectada con el recuerdo, incluso cuando los eventos descritos están completamente inventados. Escribir ficción es como recordar lo que nunca sucedió. Esta novela en particular es, de hecho, una obra en la que memoria e imaginación comienzan a superponerse hasta que al final no hay separación alguna entre lo real y lo imaginario".
Tratando de responder estas preguntas construí la novela SOMOS sobre: los hombros de personajes entrañables, tramas y subtramas abiertas, diálogos ágiles que mantienen el suspense, que comunican las emociones de incertidumbre, ambición, ansiedad, depresión y narcisismo, pero también de congruencia y perseverancia al construir sus propias historias durante el viaje y su estancia en la Luna. La escribí en segunda persona con una visión sencilla y un lenguaje claro al tema de la ubicación de la Tierra y de nosotros mismos dentro del contexto del universo. Tal vez porque sea la voz narrativa de la conciencia universal la que se dirige a los personajes.
Utilicé figuras retóricas como la metáfora, símil, la ironía, oxímoron y otras técnicas como estructura no lineal, circular, múltiperspectivista, analepsis.
Quise armar una conversación entre lo diminuto y lo inmenso, entre lo efímero y lo eterno con un origen común.
Elegí el título de SOMOS, porque es un palíndromo, (palin, otra vez y dromos vuelta, recorrido), es decir que se puede leer igual de atrás para adelante que de adelante para atrás. Volver al origen. Una lectura circular en la que el final te lleva al principio. Para explicarnos nuestra vida tenemos que volver la vista atrás. En un infinito círculo de principios y finales. Al ser todos producto de la evolución del enfriamiento de una explosión inicial hace 13,800 millones de años ¿Al entender que estamos unificados en lo íntimo, y que, ya no como seres individuales sino como raza humana en un diminuto y vulnerable planeta, en un diminuto sistema solar, en una diminuta galaxia que tan sólo es una entre 400 mil millones de galaxias observables a 13 mil millones de años de luz en el contexto del universo, se justifica nuestro hiperindividualismo actual? ¿Podremos entonces abrir alguna rendija, aunque sea mínima, en nuestras diminutas cuevas perceptuales, en las que estamos encerrados, para reducir el individualismo hipermoderno que vivimos hoy y aumentar la tolerancia y el respeto en las diferencias superficiales que tenemos entre nosotros y convivir pacíficamente, sabiendo que somos vulnerables y finitos, con una nueva amabilidad y solidaridad global con los demás? Provocar la reflexión sobre la percepción de que todo, el universo, nuestro planeta, cada uno de nosotros, los que han vivido antes, los que vivimos ahora y los que vivirán en el futuro, está unificado. Y esa es la intención: el reforzamiento de nuestra identidad colectiva y nuestro sentido de pertenencia a esa identidad universal.
Esta novela habla de tres viajes paralelos y eso se plasma en la portada: Uno el viaje físico de una nave espacial que transporta cuatro seres humanos de la Tierra a la Luna representado por un velero dependiente de la incertidumbre de los vientos.
Dos, el viaje emocional hacia las profundidades de la condición humana por parte de los personajes representado por nuestro planeta azul con un mar en calma en la superficie, pero inagotable en la inmensidad de su fondo y Tres, el viaje a la conciencia de que somos uno con todo y con todos porque tenemos un origen común ante la inconmensurabilidad del universo representada por una Luna circular, ampliada y brillante en un primer plano de un infinito cielo azul, repleta de esperanza. Es la imagen de una conversación entre lo inmenso y lo diminuto, entre lo efímero y lo eterno, entre la incertidumbre y la esperanza.
Sin duda hubo seis autores que influyeron como referencias literarias y como incentivadores de esta curiosidad crónica sobre las preguntas que me mencioné anteriormente.
Ellos fueron JulioVerne, con De la Tierra a la Luna y Alrededor de la Luna, Ray Bradbury con Crónicas Marcianas, Isaac Assimov con el Fin de la eternidad y la última pregunta, Stanislaw Lem con Astronautas y Solaris, Arthur Clarke con Odisea en el espacio y principalmente Carl Sagan no sólo como científico, que fundó la sociedad planetaria para promover la exploración espacial y la conservación de la Tierra y estuvo en el origen del proyecto seti de búsqueda de inteligencias extraterrestres; como divulgador científico con libros como “Cosmos”, “El mundo y sus demonios”, “Vida inteligente en el universo” o “Un punto azul pálido” que un libro maravilloso que revela cómo la ciencia ha revolucionado nuestra comprensión de dónde estamos y de quienes SOMOS y nos desafía a que valoremos de qué manera vamos a utilizar esos conocimientos. Y bueno, como autor de ciencia ficción con Contacto publicada en 1985, su única novela, que fue llevada al cine en 1997 por el director Robert Zemeckis sobre la búsqueda de inteligencia extraterrestre y la comunicación con ella a través de sondas espaciales. Una de las grandes frases de Carl Sagan que se me quedó muy presente es que SOMOS “polvo de estrellas” y es que realmente cuando estudiamos quiénes SOMOS y de dónde venimos te das cuenta que provenimos de la química del cosmos provenimos de una serie de elementos que surgieron en el Big Bang hace 13 800 millones de años y posteriormente a su enfriamiento permitió la formación de partículas subatómicas unidas por la gravedad para formar estrellas y galaxias y hasta que apareció la bacteria LUCA( Last universal common ancestor) hace 4000 millones de años cuando la Tierra tenía apenas 560 millones de años de edad. La literatura plantea que si quieres entender la fuerzas de la naturaleza tendrías que entender la fuerza de la pasión y el deseo.
Pero las influencias no sólo fueron de la literatura, el cine ha estado muy presente: Desde la espléndida película del año 1902 cuando el francés Georges Méliès filmó Le voyage dans la lune, una pequeña joya muda de apenas 14 minutos para la que diseñó algunos de los primeros efectos especiales de la historia del cine, incluida esa cápsula espacial que aluniza en el ojo derecho del satélite terrestre que se basaba libremente en De la Tierra a la Luna, novela escrita por Verne en 1865, y en Los primeros hombres en la Luna, ideada por H.G. Wells en 1901, hasta 2001: una odisea del espacio de Stanley Kubrick, Steven Spielberg con Encuentros del tercer tipo (1977), Apolo XIII (1995), de Ron Howard, protagonizada por Tom Hanks, Gravedad de Alfonso Cuarón, Solaris con George Clooney, Interstellar de Christopher Nolan, Gattaca, First man, Marte de Matt Damon, Cowboys del espacio con Clint Eastwood por mencionar solo algunos.
Y bueno también hay muchas canciones y poemas inspirados en la Luna: Fly me to the moon de Frank Sinatra, Moon shadow de Cat Stevens, Siguiendo la Luna de los Fabulosos Cadillacs, El toro enamorado de la Luna de los Gypsis kings o
Y por supuesto en poemas como La Luna de Sabines, La Luna y la Rosa de Unamuno, La Luna asoma de García Lorca, El hombre que mira a la Luna de Benedetti. El Aleph de Borges, el yo tú todos SOMOS nosotros de Paz En Piedra de Sol:
Puerta del ser, despiértame, amanece, déjame ver el rostro de este día, déjame ver el rostro de esta noche, todo se comunica y transfigura, arco de sangre, puente de latidos, llévame al otro lado de esta noche, adonde yo soy tú somos nosotros, al reino de pronombres enlazados,
Como comenté al principio, para escribir esta novela partí de hacerme preguntas, Creo que es fundamental no perder la capacidad de hacernos preguntas. El cerebro humano, producto de evolución biológica, con cien mil millones de neuronas, que nos permite tener pensamiento abstracto y capacidad de alterar el mundo, se ejercita en su máximo potencial cuando nos hacemos preguntas para llegar, a través de la ciencia, las humanidades y el arte, a lo más cercano a la realidad en cada momento. Cuando hacemos una pregunta, el cerebro debe procesar la información disponible para encontrar una respuesta, y esto puede involucrar a múltiples áreas del cerebro y conexiones neuronales. De hecho, los estudios han demostrado que hacerse preguntas y buscar respuestas puede mejorar la memoria, la atención y el pensamiento crítico. Por lo tanto, hacerse preguntas y buscar respuestas puede ser una excelente manera de mantener el cerebro activo y estimular las neuronas. Por lo que yo animo a seguir haciéndonos preguntas. Probablemente los humanos que llegarán a colonizar la Luna y Marte ya nacieron, están entre nosotros y están estudiando astrofísica, bioquímica e ingeniería espacial pero también literatura, filosofía, música o artes plásticas e imaginarán juntos, además de su pensamiento crítico y científico, tendrán sensibilidad humanística y artística, serán personas éticas y sabrán trabajar en equipo y con estas cualidades se podrá lograr ese sueño de la humanidad de entender mejor el universo.
De la misma manera que se pasó de concebir con Ptolomeo (90-168 dc) de que la tierra era geocéntrica, el centro del universo y con Copérnico (1473-1543) el heliocentrismo, creo que en esta época debería de llamarse el concienciacentrismo. Tal vez deberíamos vivir con una permanente estimulación espiritual con la conciencia de que todos y todo formamos parte de una totalidad y que esa totalidad está en cada uno de nosotros. Tenemos un origen común y somos parte del universo. Ya que todos tenemos un pedazo del universo en nosotros, como dicen los mapuches, y provenimos de un mismo origen podríamos decir que todos somos universo. El universo es , al mismo tiempo, de todas las formas.
Todo se repite infinitamente y todo coexiste simultáneamente. La eternidad no es un tiempo ilimitado sino la atemporalidad, la inclusión de todos los tiempos posibles, en el instante presente. Es el instante eterno. Aquí y ahora es igual a siempre.
Por lo pronto, la Tierra es el único lugar habitable que tenemos, no hay plan b. El planeta es frágil y no resistirá si no lo cuidamos. Mantengamos la celebración de vivir en este planeta. Que tenemos que desarrollar nuestra tolerancia por las diferencias entre nosotros y aumentar aquí y ahora la amabilidad, la empatía, la solidaridad para fomentar la cooperación pacífica y seguir imaginándonos juntos un futuro viable y agradable.
De eso trata SOMOS. Muchas gracias.
CITAS:
“¡Hoy es el día, Stella! No puedes esperar más. Tus labios están secos, las piernas temblorosas, las mejillas sonrojadas. Sientes las miradas de astronautas que bromean, toman café. Intentas sonreír. Quisieras estar entre ellos, tener la secreta complicidad de haber visto la Tierra desde el espacio, las zonas verdes y cafés de los continentes, nubes blancas y grises, el azul de los océanos, las luces de las ciudades, auroras boreales, el borde luminoso de la curvatura; recordar con nostalgia tus caminatas en la Luna, la flotación fuera de las naves en medio del universo bajo el cobijo del manto distante e interminable de estrellas y galaxias. Hay un brillo diferente en sus miradas, el mismo que tú quieres tener.”
“Por fin, lo que soñaste desde niña ha sucedido. ¡Estás volando en el espacio! Miras a través de la ventana. Suspiras, entrecierras los párpados, aparece la Luna.”
“Los párpados se te abren, miras al abuelo de una manera distinta. No necesitas escuchar más, ya tienes la ruta. Sus palabras se convierten en una ventana de posibilidades que no alcanzas a comprender. En tu imaginación has inventado las voces de tus padres. De tanto repetirlas, llegas a escuchar el tono, el acento, la emoción. Les pides que te esperen en la Luna, que pronto llegarás a verlos. En tu recámara, sueñas que las estrellas tocan, queriendo entrar, el cristal de la ventana.”
“Cada sensación es nueva. En medio de colores, acompañada del sonido de las burbujas, huyes con la corriente sin el bullicio de la vida terrestre, desconectada de las redes sociales y de tus carencias, fantasías, obsesiones. “Ningún video o realidad aumentada puede reemplazar a la experiencia directa de lo que estás viendo. Como si fuera una obra de teatro, por orden de aparición, se asoman curiosos y con cautela, enmarcados por corales rojos, una tortuga, arenques, delfines, estrellas y caballos de mar. Entre esponjas, anémonas, peñascos, grietas rocosas y algas verdes surge la danza de colores de los cardúmenes de truchas arco iris, lenguados, róbalos, meros. Escuchas a lo lejos el canto de una ballena y, bajo una especie de hipnosis, te das cuenta de que el espacio al que quieres ir es tan solo una extensión del fondo del mar. Cada segundo cambia el paisaje. Los minutos transcurren. Un par de lágrimas mojan la parte interna de tu visor. Marino se acerca, te toma de la mano y nadan juntos hacia la superficie. En la lancha, después de quitarte el equipo, te mira a los ojos, sonríe.”
“—Fue tu primera vez y lo hiciste muy bien, Stella. Dime las palabras que se te ocurran, lo que sientas, cualquier cosa.
—¡Colores, música, libertad! —dices entusiasmada disfrutando el calor del sol en tu rostro húmedo—. ¡Qué afortunado eres en vivir todo esto!
—Amo lo que hago. Me conecta con lo profundo de mí mismo y la necesidad de conocer cosas nuevas, rebasar límites, motivar a otros para que lo logren. El mar representa para mí la libertad que tal vez no me da la Tierra.”
“Tu viaje al espacio ha comenzado en el fondo de ese océano azul y cristalino. Hoy conoces un mundo paralelo al de tus sueños. Ahora puedes bucear y descubres entusiasmada un universo diferente, pero semejante al que quieres llegar. Las palabras de Marino resultan ser el oasis que tanto esperabas. Te dan tranquilidad, causan una magia especial. Avanzas en tu camino. Sabes que lo lograrás. En medio de la incertidumbre, alguien confía en ti.”
“Observas la oscuridad a través de la ventana. Sabes que te estás jugando el todo por el todo. No tendrás otra oportunidad. Tu patrimonio y reputación están en riesgo. No puedes fallar, sería la ruina de tu familia. Le hiciste una promesa a tu padre. Te presionas con las dos manos el lado derecho del abdomen tratando de domar a la maldita punzada que, sin miramientos, intenta someterte en el remolino de la incertidumbre.”
“Miras cómo predomina la imagen de la Tierra, suspendida en el firmamento, a la mitad del infinito. Como si hubiera sido una acuarela pintada con fino pincel aparece el mapamundi amplificado sobre un inmenso globo azul, una perfecta cartografía con relieves verdes y cafés. Una sutil línea color índigo hace resaltar el contorno de la curvatura del planeta. Contrasta con un fondo oscuro iluminado tenuemente por el sol y lleno de estrellas, planetas, galaxias inalcanzables. Sagita avanza en su vuelo alrededor de la órbita de la Tierra, con una suavidad aterciopelada. Los océanos se ven con nitidez y, aunque no se escuchen las olas ni se sienta la brisa del mar, imponen su presencia. Las nubes arremolinadas indican la estela de huracanes fugaces sin que se alcance a ver la destrucción que han dejado a su paso. Continentes enteros están cubiertos por un velo blanco y gris, espeso, aborregado. La nave cruza la franja entre el día y la noche. Aparecen luces de ciudades que parpadean señales de vida humana sin que se puedan ver las historias individuales de cada una de las personas, los recuerdos de los miles de millones que han muerto o que viven en medio de tristezas retenidas, hambres inexplicables, ambiciones desbordadas, guerras inútiles. La esperanza, el amor, la empatía y la solidaridad tampoco se ven. Quisieras flotar en el espacio y abrazar a la Tierra, acariciar su superficie con tus manos. Quedas enmudecida, sin parpadear. Las palabras son insuficientes, innecesarias. El silencio fue primero, antes que Vera o que tú, tus padres muertos, la materia, la música, la alegría o la soledad."
“Las preguntas surgen y flotan sin gravedad en ese espacio oscuro, distante, inalcanzable. Las respuestas son solo meros intentos de aproximación, cometas aislados que aparecen sin avisar y se marchan sin despedirse. Guardas silencio. Ves cómo las auroras boreales acarician, como un manto de seda color verde esmeralda, la superficie del polo norte del planeta.”
“—Te ves mejor cuando sonríes, navegante del espacio. Juega con tu esqueleto antes de que lleguemos a nuestra Luna prometida. ¡Viajar al espacio también puede ser divertido! —dice Vera mientras te toma de las manos como si volviera a ser niña y estuviera sonriendo con la inocencia de la primera infancia junto a su mejor amiga, ajena al vértigo infructuoso del pensamiento y al peligro asfixiante de la incertidumbre.”
“Notas que tu abuelo habla más despacio, cada palabra que dice tiene su historia y no quiere que se encimen sus significados. Acaricia con ternura las sílabas con su voz tersa y suave. Lleva una vida modesta, sencilla, equilibrada. No se ha insertado biotecnología para alargarla. Su corazón se ha curtido, al igual que la frente, las mejillas, el cuello, las manos. Sabes que no deja de recordar la pérdida de tu familia. Reacciona por cualquier cosa. Llora de pronto, se irrita sin razón, sonríe forzadamente tan solo para sobrevivir. No hubo velorios ni entierros, ningún ritual que acompañara a su duelo. El hoyo profundo de la ausencia quedó destapado. Alguna vez te contó que su papá enfermó y le tocó cuidarlo hasta que murió. Se volvió padre de su padre y el destino lo convirtió en padre de su nieta.”
“Tu abuelo te cuenta que ese día, en el año del silencio, tu madre recibió dos sorpresas: primero, le confirmaron que la oscuridad había atacado su cuerpo y, segundo, que tú tenías que nacer de inmediato, con el riesgo de que ella muriera. Sin saberlo, había contagiado a tu papá, a la abuela, la tía, la enfermera, a su mejor amiga y estaba a punto de hacerlo contigo. En medio del miedo y la tristeza, aceptó la cesárea sin vacilar. Era su única alternativa para intentar salvarte y no había tiempo que perder. La decisión fue inapelable: le impidieron tener cualquier contacto contigo. No la dejaron abrazarte, ni darte un beso en la frente, ni decirte que te quería. No te amamantó ni pudo cantarte canciones de cuna. Solo logró escuchar, cuando el partero te elevó sujetándote de los tobillos, tu llanto lejano, rebelde, desconcertado. El destino te impuso, con brusquedad sobre tu piel y corazón, un par de despojos: el del útero de tu 42 madre y el de la protección de tu padre. Esa fue la bienvenida que el destino le dio a tu existencia. El virus se convirtió en el invisible asesino serial de tu familia. Días después, tu madre murió triste, en medio del baby blues, aislada, con fiebre, adolorida y sin poder respirar. De la misma manera, en las siguientes semanas, murió tu padre, la abuela, la tía, la enfermera, su mejor amiga y así muchos, muchas más. Uno tras otro, indefensos y exhaustos, fueron cayendo como una pila de piedras sopladas por el viento. No fuiste la única víctima del despojo colectivo de aquel fatal año. Tu abuelo se quedó sin hijas, esposa, yerno y al cuidado de su única nieta, que acababa de nacer. La tristeza que lo embargó fue mayor que si le hubieran anunciado su propia muerte. Sufrió el dolor sin palabras de querer haber sido contagiado y morirse al lado de sus amores. En el fondo de tu corazón quieres seguir creyendo en la fantasía de que en la Luna encontrarás a tus padres o, al menos, algún recuerdo de ellos. Es tu herida profunda, la que no ha cicatrizado. Stella, si pudieras ver a tus padres, ¿qué les dirías?”
“En tu mente aparece tu expedición en solitario en la que cruzas mil doscientos kilómetros de Groenlandia, jalando un trineo con ciento veinte kilos de equipo y provisiones, con una temperatura de menos sesenta grados centígrados. ¿Qué te hace tener esa permanente actitud mística y desafiante de tus propios límites?, ¿qué sientes cuando vences a la muerte en un clima extremo, abrumado de agotamiento, dolor y soledad?, ¿qué fibra interna te vibra cuando escuchas tus propias palabras, que te gritas internamente? «¡Resiste un poco más!», te repites constantemente en medio de un viento que persevera en derrumbarte, en imponer su dominio para que sientas en el piso, envuelto en la nieve, la exacta dimensión de tu osadía. ¿Qué fascinación te provoca lo desconocido?”
“Te resultan insuficientes los forros polares, las camisetas térmicas, los tres pantalones, los cinco pares de calcetas y medias gruesas, las botas de plástico, las manoplas, la gruesa chamarra de plumas, el pasamontañas y la chaqueta rompevientos. Los dedos gordos de las manos y pies, los ojos, los labios, la nariz y el dolor de huesos son tu fatal termómetro. ¿De qué manera enfrentas la fatiga, la jaqueca, el insomnio, la depresión, la ansiedad, la pérdida de memoria temporal, la confusión? «Paro, pienso, actúo», es el mantra que te repites cientos de veces hasta que, de repente, conectas en silencio con el gozo de la belleza blanca a tu alrededor.”
“Despiertas sudado, ansioso, con la boca seca, desesperado, temblando de las manos, con la respiración agitada y un dolor en el pecho que oprime tu corazón angustiado, exhausto. Te calmas poco a poco. Inhalas y exhalas para relajarte y volver a conciliar el sueño. Quieres recuperar el aire en tus pulmones, alejar los pensamientos que te invaden, distraer tu atención, aceptar, dejar de luchar. Has aprendido a no huir de la ansiedad para evitar la calma momentánea, artificial, que te da tu medicamento. Por eso te mantienes quieto. Tratas de recordar los momentos de tu jornada y, aunque sabes que en minutos el malestar pasará, no dejas de percibir el aroma del murmullo solitario que te anticipa la música, suave y delicada, de tu pequeña e inevitable muerte. Un viento fresco surge de tu pecho. No te has rendido antes y no piensas hacerlo ahora.”
“No escuchas nada, Stella, pareciera que el idioma del espacio es el silencio absoluto, cómplice de la confidencia anónima del tiempo expandido e inalcanzable. En medio del vacío y la oscuridad, la memoria y la imaginación se vuelven tus fieles compañeras de viaje. Inhalas despacio y sonríes al recordar a Marino en la playa. El cielo clarea a la hora en que la noche se entremezcla con el amanecer. Caminas junto a él, las plantas de tus pies acarician la arena y el viento fresco te agita el cabello. Un par de gaviotas planean sobre las pequeñas olas, se divierten sin pedir permiso a nadie. Te llega el aroma de la espuma y con suavidad aumenta la luz de colores rojos y amarillos en el horizonte. Pasan los segundos hasta que se forma un sendero luminoso en línea recta que proviene del sol como si te quisiera mostrar el camino para llegar a él. Sientes los rayos en la frente, párpados, mejillas, labios. Te sientas y Marino se acurruca sobre tus muslos viéndote a la cara y tú le acaricias la frente, las cejas, la barba crecida. Le dices que tienes sentimientos encontrados. Tu cuerpo completo se enciende cuando te imaginas observando a las estrellas y, al mismo tiempo, no quisieras dejar de verle.”
“No alcanzas a imaginar lo que pueda suceder. Te queda claro que estás en una frontera donde no hay marcha para atrás, a la deriva de algo que te rebasa: el destino impredecible. La única certeza que tienes es que tu cuerpo está junto al de Marino y así, de un momento a otro, te toma con firmeza por la cintura. Le rodeas el cuello con los brazos y la espalda con las piernas. El cabello mojado lo tienes para atrás. Lo miras fijamente, sus ojos verdes brillan, se confunden con el océano. Tus senos le tocan el pecho queriendo fundirlo con el tuyo. Te besa con suavidad, sus lenguas se saludan, conversan sin prisas en su propio lenguaje. Entrecierras los ojos deslumbrada por el centellear de luces y colores que te aparecen detrás de los párpados y lo recibes adentro de tu alma, dejando salir, desde el fondo de tu vientre, un canto muy parecido al de las ballenas. Como las medusas que acarician el agua o las auroras boreales a la Tierra, ondulas las yemas de los dedos y las uñas sobre su espalda y la base de su nuca. Le susurras cerca de la oreja que no se detenga. Te contesta sin palabras, solo con la cadencia suave e infinita de las olas de su cuerpo.”
“Estás en la reunión cumbre de la Estación Espacial Internacional, comandante del territorio Gugul. Es apresurada, no se expresan emociones, ninguno se refiere a la belleza de la Tierra ni a la inmensidad del universo, el riesgo del colapso, la inminencia de la muerte o la oportunidad de la vida. Tampoco hay menciones del pasado común, del dolor de la carencia, la enfermedad, la soledad, y menos de una visión compartida de futuro, con empatía y solidaridad, para una convivencia pacífica, alegre y constructiva. Participas en un frío y previsible intercambio de datos sobre una agenda preestablecida entre inteligencias artificiales en un lugar del espacio.”
“La vibración comienza. Se agitan sin control las paredes, los monitores. Se sujetan con ambas manos de los descansabrazos, único sostén de seguridad. La respiración se les acelera, sus bocas están secas. Con excepción de Lucio, ninguno ha tenido la experiencia de pisar la Luna. Reconocen su fragilidad con un amargo sabor de lo desconocido. Entre segundo y segundo se cuela el misterioso aroma de la vida y la muerte.”
“Mi alma se enciende de inmensidad, estoy en la Luna, Encuentro belleza, su luz habita mis poros. Con la imaginación de los ojos escucho lo que veo, respiro lo mismo que las estrellas y las galaxias, El fuego milenario de astros sin tiempo y bautizo. La música y la poesía me cobijan y conducen ahí donde el control se ausenta. Escucho el silencio, vivo en sueño continuo, no he nacido ni podré morir. Soy aura que se expande más allá de las espinas y heridas de la Tierra. Mi alma se enciende de inmensidad. Esto ha estado aquí antes que nosotros. Soy brisa y polvo de infinito. No tengo miedo, mi alma es ilimitada. Solo observo y, entonces, comprendo. La imaginación, mi alfombra mágica. Encuentro cuando dejo de buscar. Mi alma se enciende de inmensidad. La vida continúa fuera de la Tierra. Ven, te espero. Mi alma junto a la tuya, unidas con un mismo origen y destino, se encienden de inmensidad.
“¡En tan solo unas cuantas horas, nuestra familia se desmoronó como si fuera de arena! El destino cruel se ensañó conmigo y me mantuvo despierto para que sintiera, segundo a segundo, cómo se apagaba mi vida y el dolor de tu ausencia y la de tu madre. ¿Qué hicimos mal?, ¿por qué tuvimos que dejar de existir así?”
“—Amigos de SOMOSAQUA de los tres territorios —dice Shui Xiang—. Nos encontramos en la superficie de la Luna, en el Océano de las Tempestades. El nombre no podría ser más congruente. Estamos en medio de una tormenta de sentimientos encontrados, emociones que contrastan en medio de la belleza y la desolación. Vemos a nuestro planeta azul, verde, blanco, con una aureola de luz que lo envuelve. Nos sentimos diminutos e impotentes. Nosotros no queremos mudarnos a la Luna, Marte o a la Próxima Centauri, fuera de nuestro sistema solar y a miles de años de distancia. No. Nuestro hogar está en la Tierra y preferimos quedarnos y trabajar para conservarla.Nos desesperan las amenazas que enfrentamos, pero nadie nos puede impedir nuestra determinación para protegerla con la cooperación de los muchos que nos quedaremos. ¡Jamás la abandonaremos porque la amamos! ¡Es lo único real de que disponemos para sobrevivir! Aquí, en la Luna, no vemos ríos, cascadas, mares, árboles, flores ni amaneceres llenos de colores. No hay delfines, ballenas, cardúmenes, caballos o jirafas. En el cielo faltan águilas, parvadas de golondrinas y mariposas. Tampoco olemos el aroma de las rosas o los naranjos. No pisamos descalzos el césped, la arena de la playa ni sentimos la caricia del viento. No escuchamos el canto de los pájaros, el ladrido de los perros, sinfonías o poemas. No hay murales, acrópolis atenienses, pirámides egipcias, Machu Pichus, coliseos romanos, murallas chinas, Taj Mahal o Alhambras. Aquí, en la Luna, solo encontramos el silencio de un polvoso paisaje gris repleto de tedio, claustrofobia e incertidumbre. ¡Silencio, frío y vacío! ¡Es todo lo que hay! —concluye Shui Xiang.”
“—¡Aquí está nuestro hogar! —señalas a las banderas que tienes atrás de ti—. ¡Somos pioneros! Podemos lograr que la vida humana continúe fuera de la Tierra. Tenemos la responsabilidad de darles una opción de supervivencia a nuestros hijos y nietos. Es entendible que, con tantas amenazas y peligros, sus hijos ya no quieran formar una familia en la Tierra. La Luna no ha sido habitada, como tampoco lo fue la Tierra hace miles de 90 años. Tuvo que pasar mucho tiempo para que pudiéramos cuidarnos del frío y el calor, alimentarnos, sobrevivir. De la misma forma lo haremos aquí. De la misma forma lo haremos aquí. ¡Ahora que hemos llegado, la habitaremos! Hoy tenemos la oportunidad de ver más allá para poder crear un futuro juntos, construir de la mano un oasis espacial y marcar el camino para cientos de generaciones por venir, construir de la mano un oasis espacial y marcar el camino para cientos de generaciones por venir. Tendremos desafíos, pero los derrotaremos. Disponemos de la tecnología para lograr crear las condiciones que nos lo permitan. ¡Esto no pasaba antes! ¡Seremos libres y autosuficientes! Probablemente, quienes no tuvieron nuestra visión nos tendrán recelo y procurarán impedir que nuestras familias naturales se salven. ¡No lo lograrán! ¡Nada nos detendrá! Ustedes confiaron en mi abuelo y en mi padre y compraron la seguridad de sus familias aquí. Fue un trato entre particulares: ustedes y nosotros. No intervinieron autoridades que cambian de objetivos en cualquier momento dependiendo de su próxima elección o que imponen condiciones arbitrarias que favorecen a sus intereses económicos. Nosotros no les pedimos que sean mejorados o que tengan condiciones o economías especiales, solo necesitamos que crean que es posible fundar una nueva comunidad con nuestros propios recursos y reglas. La historia del control de los minerales es la del poder y dominio de la humanidad. Esa riqueza por la que nos hemos peleado en la Tierra está en abundancia aquí y en los asteroides y planetas en el espacio. Nos la repartiremos entre todos. Tendremos un autogobierno de buena fe y vamos a creer en los mismos ideales. ¡Esta es la Luna prometida! ¡Sigamos juntos! ¡Quien quiera desafiar el futuro con nosotros es bienvenido!”
De alguna manera, ya cumpliste con lo que te pidió tu padre. Alcanzas a ver a la Tierra y, al sentir que te han robado tu futuro, el presente deja de importarte, ya no existe. Sonríes. Te queda clara la única alternativa que tienes. Aprietas las mandíbulas y respiras hondo. Lleno de rabia, quitas el seguro a tu casco y, con un preciso movimiento de tus dos manos, lo separas del uniforme y lo avientas a un lado. Un grito profundo y desgarrador sale del fondo de la entraña tratando de 93 llenar el vacío que te rodea. No lo logras. Es un grito mudo que no puede ser escuchado.
“Llega tarde. En cuestión de segundos, tus pulmones se vacían de oxígeno, los alveolos se te desgarran, el dolor es insoportable. Tu saliva y la sangre entran en ebullición y, convertidos en gas, se evaporan. Los vasos sanguíneos de los ojos estallan. El cuerpo está hinchado, la piel tensa se quema al contacto con los rayos del sol. Los intestinos evacúan excremento. La sangre deja de llegar al cerebro, pierdes la conciencia, te da un infarto. Mueres.”
“Cobijado por el polvo y las estrellas, consumido por la ambición del sueño familiar y en medio de un tiempo obscuro y misterioso, tu cadáver se queda tumbado en la profundidad de tu propia huella, de cara al sol, a la Tierra, en el infinito universo, distante, vacío, solitario e indiferente.”
“Estás parado enfrente de una ventana por la que puedes ver en un primer plano el pequeño planeta azul donde algún día naciste y al fondo, a lo lejos, millones de puntos blancos. Te preguntas a qué le puedes llamar hogar. ¿Al anonimato entre la multitud de alguna ruidosa y contaminada ciudad que te obligue a hacer las cosas que se viven en la Tierra?, ¿a la rutina del consumo, las relaciones de costo-beneficio, la ansiedad, la incertidumbre, la depresión, el narcisismo, la soledad, la falta de sentido y pertenencia al planeta?, ¿regresar para habitar algún pequeño lugar con la mirada al cielo y acordarte de lo que has experimentado fuera de la Tierra y suspirar con melancolía, nostalgia y amargura? No tienes familiares ni una relación de pareja que hubiera sobrevivido a la competencia, a los celos, al aburrimiento, a la infidelidad. La relación con tus amigos se ha diluido en encuentros forzados y distantes. A pesar de tus problemas de salud, te sientes 101 bien, pero sabes que no será fácil que te contraten nuevamente como astronauta. “Escuchas que Pedro, Gema y Karl se van a quedar en el LunaInn y algo en el estómago te palpita. Quieres poder decidir qué hacer con las horas o días que puedas seguir vivo. Ya no eres el de antes. Aunque tu espíritu se te ha fortalecido, tu cuerpo ha cambiado. Tienes arrugas, ojeras, canas y manchas cafés que han empezado a cubrir el dorso de tus manos. Tu visión ya no es la misma, no escuchas bien, las articulaciones te duelen, la capacidad cardiovascular es menor a la que tenías hace apenas algunos años. Te cansas con facilidad.”
“Respiras hondo. Has tomado una decisión de vida. Al menos en la Luna tendrás la posibilidad de mantener fresca tu imaginación con la ilusión de convertirte algún día en el mismo polvo del que están hechos el Sol, la Luna, los planetas o cualquier cometa que pase enfrente de ti. Esa es tu esperanza.”
“Sabes que hay un abismo entre ustedes. La copa de la comunicación se ha roto, dejando filosas astillas en el aire. Tienes una historia opuesta a la de él. Has vivido el sueño utópico de superar tus diferencias y lograr confianza controlando tus algoritmos emocionales. Estás programado para gobernar con el apoyo de tu inteligencia artificial, pero con la condena silenciosa de vivir en constante conflicto interior: ajeno a ti mismo, distante, sin alma ni confianza, insatisfecho, desvaneciéndote en el tiempo.”
“—Desde que se pisó por primera vez la Luna, los relatos han sido contados por militares, científicos o ingenieros, no por artistas. Ahora nosotros tenemos que imaginarnos el universo de una manera diferente, aprovechando que lo podemos hacer desde la Luna. ¡Me muero por ver cómo sería la danza o una función de teatro sin gravedad! ¡Pintar un enorme mural del universo! ¿Te imaginas poder transformar la Luna en una enorme obra de arte contemporáneo, una infinita biblioteca digital del universo que la llene de vida y belleza? Imaginar. Impulsar el arte en la Luna y proyectarlo al universo, amiga, sin límites. Los artistas podríamos hacer desde aquí lo que amamos: crear con pasión para emocionar, conmover a los demás.
“—¡De ninguna manera! Los que mandan en la Tierra lo hacen en el espacio. Tenemos recursos suficientes para construir una comunidad poderosa, autosuficiente. Programaremos genéticamente a los bebés que nazcan en la Luna para que sean los conquistadores del universo. ¡Nada nos detendrá! Con un Gobierno tripartito y armamento nuclear para defendernos de las amenazas externas, lucharemos contra cualquier obstáculo. ¡Somos la raza humana mejorada! ¡La élite que sobrevivirá! ¡En una hora en la zona de despegue!
“Pretendes lograr el control de los demás y el disfrute con éxtasis de los sentidos, sin sombra de culpa o sufrimiento. Estás convencido de que eres un dios en tu territorio y que la realidad virtual y la inteligencia artificial, tu íntima naturaleza, son la fuente de la felicidad duradera. Con tu memory chip recuerdas una y otra vez el mito de Pigmalión que, al no encontrar a la mujer ideal, hizo con sus manos la escultura de Galatea y acabó enamorándose de ella, por lo que le pidió a la diosa Afrodita que le diera vida humana. Algo parecido has hecho con Mussy, tu pareja robotizada, que es el resultado de una combinación hiperrealista en 3D de los labios de las pinturas de lady Hamilton de Élisabeth Vigée, los senos de la Psique de Gérome, la nariz de la joven de la perla de Vermeer, el cabello, el cuerpo y las manos sensuales de la Venus de Cabanell. También puedes replicar en sus transmisores la secreción y efectos de la endorfina, oxitocina, serotonina, feromona y, en la estructura de su cuerpo, la tersura de la piel humana, el sabor de la saliva, el aroma del sudor, las lágrimas y el líquido vaginal. Ha sido programada con un software inteligente que combina algoritmos de atención y seducción al usuario con expresiones de amor, erotismo, ternura, compasión y docilidad. Tiene la posibilidad de combinar cinco mil tipos de respuestas diferentes a tus temas favoritos en frases cortas, amables, interesantes, que acompaña con sonrisas delicadas, relajantes. Mueve con precisión los ojos, los labios, sabe besar y acariciar con la lengua, las manos, los pies, los senos, la mirada. Es el último avance de erotización apoyado con inteligencia artificial y con un objetivo preciso: ser indistinguible a los máximos estándares del placer y la belleza humana. Mussy no conoce la enfermedad, la muerte, los contrastes emocionales, los celos, la competencia, el tedio de pareja, la posibilidad de inconformidad, el conflicto o la rebelión. Por ahora, con una atención que raya en la dulzura, te sirve champagne con calamares, pechuga de ganso fileteado, fideo, arroz con verduras y obleas de ajo asadas. Le tocas las piernas y los glúteos en señal de agradecimiento. Ella voltea a verte con sus ojos verdes, sonríe complacida, se sienta a tu lado, sube con delicadeza y en diagonal sus pies al sillón y te acaricia el pelo en círculos con las uñas pintadas de rojo de sus largos dedos mientras tú comes hasta saciarte. Al terminar, te acompaña tomada de tu mano a la habitación contigua que utilizas para descansar, donde hay una cama redonda con un colchón lleno de agua tibia, cortinas que bloquean la entrada de luz, sonidos binaurales que se escuchan con nitidez y videos en 3D que proyectan en el techo y las paredes imágenes de la Vía Láctea, Andrómeda, la Tierra, los anillos de Saturno y las lunas de Júpiter. Mussy te ayuda a quitarte la ropa, te recuesta, te da masajes en la frente, los brazos, las manos, en la planta y empeine de los pies, te acaricia con sus uñas los muslos y te hace sexo oral hasta que caes dormido.”
“—Lo sé, aunque para algunos les resultará más difícil. Puede haber desprogramaciones involuntarias. Los mejorados también sienten soledad y requieren de sentirse acompañados, recibir y dar atención, ternura. Déjeme proponerle mi Teoría de la Sensibilidad con la siguiente ecuación: Emoción es igual a mirada con corazón al cuadrado, E=mc2”
“—Esas colonizaciones fueron en el mismo planeta y en lugares donde existían personas y civilizaciones que resistieron la conquista hasta que fueron sometidas. En la Luna y Marte no las hay, las condiciones son distintas, inspectora. Por eso, el arte será indispensable para calmar la ansiedad y nostalgia que provocará la distancia y permitirá ser un desahogo para expresar la soledad y levantar la moral.”
“—Claro, por eso sé que la estimulación musical desde los primeros meses de la vida fortalece la habilidad matemática y el aprendizaje más rápido de la lectoescritura. Pienso en los niños y niñas que nacerán en la Luna. El que aprendan a tocar un instrumento musical les desarrollará la concentración y la capacidad de comunicarse con otras personas. Y qué decir de la danza con la coordinación motriz y la expresión corporal, especialmente con el tipo de gravedad que hay aquí. Podrán narrar lo que vean y sientan. Haríamos clubes de imaginautas espaciales para que su imaginación vuele sin límites. Tendrán mayor autoestima, relaciones sociales más fuertes y con ello el trabajo en equipo será más eficiente, condición indispensable para las colonizaciones que vienen.”
“—Las emociones han entorpecido a la humanidad. Han provocado reacciones violentas y agresivas. Las guerras han sido consecuencia de las emociones: envidia, odio, rencor, avaricia, lujuria. —Pero también han servido para aprender a respetar, pensar con empatía, amar, cooperar y mejorar la convivencia. Apreciar la belleza siempre ha sido el mejor antídoto contra la incertidumbre. Ves que la inspectora inhala moviendo ligeramente la cabeza de arriba hacia abajo y apretando sus labios entre sí. Intuyes que siente algo que no había experimentado. Un ser humano le ha pedido un favor con palabras poco comunes, como «identidad», «sentido de pertenencia», «lazos culturales», «expresión íntima para combatir la ansiedad», «nostalgia», «afecto», «ternura», «creatividad», «imaginación», y está en ella, con su autoridad, el poderlo dar. Lograste hacerla sentir coincidente no solo con una mujer natural, no mejorada, como tú, sino con la mujer de cualquier etapa de la historia.”
“Sonríes y asientes con la cabeza varias veces. Aunque accediste a comprometerte con la Suprema Colonización, te mantienes natural y has logrado quedarte para trabajar en uno de los mayores retos de la colonización en la Luna: conservar, a través del arte, la esencia humana.”
“Te preguntas si tú también quieres quedarte y ser pionera en la colonización, Stella. Elegir entre vivir en el lugar de tu fantasía desde que eras niña o estar donde están tus afectos presentes. Guardas silencio. Te detienes, respiras, recuerdas e imaginas. Sabes que tienes que cumplir con tu trabajo y tripular a Sagita, llevar a la Tierra a Bosco y a Shui Xiang. Decides volver a ver a tu abuelo, besar a Marino. Eso es lo que quieres hacer, ahí es donde quieres estar.”
“—¿Recuerdas la sensación que tuviste cuando observaste la Tierra desde Sagita?, ¿la paz y claridad mental al observar su magnificencia y simetría? Algo surge en el espíritu al observar la corona de luz en el borde de la curvatura, la línea entre el día y la noche, las tormentas eléctricas proyectando sombras mientras el sol se pone, el color azul, las nubes blancas y las siluetas de los continentes, estrellas fugaces, auroras boreales. —No lo podré olvidar jamás. Me siento pequeña y enorme al mismo tiempo. —Eso es justo de lo que trata el «efecto». Conocíamos esa imagen de la Tierra mucho antes, pero no teníamos la experiencia directa para afirmar que es parte de un solo sistema junto al universo y tampoco la claridad de reconocer que todos formamos parte de él. —Es una sensación de éxtasis y unidad con todo. La Tierra, la Luna, los miles de millones de estrellas, yo y mis recuerdos. No hay separación. —Señalas para afuera de la ventana. —Al igual que no la hay entre tus padres y tú ni entre los míos y yo. Alguna vez en la Estación Espacial Internacional también 129 los escuché mientras veía la Tierra. En medio del impacto del «efecto», me dijeron cosas hermosas. Algunos amigos me comentaron que eran mis neuronas y hormonas la fuente de esa sensación. ¿Y sabes qué? Tienen razón, pero solo para comprobar que es cierto que mis padres viven adentro de mí. Están en la profundidad de mi cerebro. Siguen vivos en mi memoria e imaginación. ¡Nunca me abandonaron! Me habitan y, sin la menor duda, yo también estoy en ellos. He logrado sentirlos cuando quiero y conversamos como si estuviéramos juntos.
“Cierras con brevedad los párpados, ignorando por un momento la anticipación de la amarga nostalgia que aparecerá después, cuando llegue el silencio de la soledad y el murmullo del recuerdo, árido, frío y gris, como la superficie de la Luna que caminaron juntos, un día o noche cualquiera, en esta Luna en medio del universo. Fueron cómplices de haber robado con los ojos instantes eternos de la belleza de la Tierra y de iluminarse con su inmensidad. Por eso, prefieres no hablar. Sabes que adentro de tus ojos hay lágrimas que están al acecho para empapar cualquier frase que con melancolía pudieras llegar a decir. No obstante, sin poderlo evitar, como cuando llega el día o la noche, un nudo invisible se te revienta en la garganta y permite, involuntariamente, la salida de la emoción. Sonríes y sollozas y, al igual que ellos, haces bromas que no recuerdas mientras bajas la vista, pasas saliva y te secas las mejillas. No ocultas nada. Solo quieres vida, alegría, paz.
“—Al haber cumplido tu sueño de volar al espacio, de alguna manera yo también volé. Entendí que ahora tengo que ver por mí mismo y que el último capítulo de mi vida también puede ser interesante.
—¡Claro, abuelo! —No quiero resignarme a esperar a morirme y pertenecer a la categoría de los invisibles y olvidados. He decidido reconstruir mi vejez. No quiero pasar de una enfermedad a otra. Quiero cuidar mi cuerpo y mantener la curiosidad. Explorar el reto enterrado de amar a una pareja.
—Abuelo, no sabes la alegría que me da el escucharte hablar así. ¡Te lo mereces!
—Decidí dejarme de abrumar por la melancolía. No he apreciado como debiera el milagro de la vida y quiero liberarme, perder ese peso interior. La vida es como un río que pasa y yo con él, mi cuerpo lo resiente, pero mi espíritu se ensancha.
—Has hecho muchísimo en tu vida y, además, tú no te vas a morir nunca. Ahora hay mucha tecnología que te puede ayudar.
—Aunque yo haya hecho algunas cosas, Stella, querida, sé que me queda mucho por hacer. La tecnología no ha prolongado la vida, sino la vejez. ¡Ojalá me pudieran conservar como estaba a los cuarenta!
—Eso sería una imprudencia. ¡Lo que no harías! ¡Estás hasta de buen humor, abuelo!
—¡Solo estoy tratando de quitarme un poco las arrugas del alma, querida nieta! La vida continúa. Si me detengo, me muero, aunque sé que, si lo hiciera, renacería a cada momento una y otra vez. No se me da la gana morirme todavía. El simple hecho de haber vivido me produce una enorme gratitud. Voy a hacer lo que me cause alegría. Quiero aprender a pintar. ¿Cómo se ve la Tierra desde allá arriba?”
“Un destello aparece en tus ojos iluminando la realidad: la incertidumbre, tu cuerpo frágil, la proximidad inminente de la muerte. Por primera vez en tu vida, te das cuenta de que te puede suceder a ti también. Pasan segundos en los que esperas lo peor. No obstante, una extraña energía brota desde lo más hondo de tu ser y te llega, sin avisar ni pedir permiso, desde un lugar que desconoces. Es intransigente, obstinada. Logra que te rebeles contra la adversidad, que no te rindas. Te obliga, sin palabras, a sobrevivir. Has hecho las paces con el fantasma de la orfandad, lograste tu sueño de caminar en la Luna, conservas el amor y tus afectos, esperas un hijo. El ciclo de la vida cobra sentido para ti. ¡Ya nada te puede detener! ¡Estás encandilada de inmensidad! ¡Todo es vértigo y vibración a tu alrededor! Cada segundo que pasa, ves más y más cerca la enorme mancha azul de tu destino. El universo infinito te ha proyectado con furia hacia un insondable océano que te espera como una madre amorosa lo hace con su hijo pródigo. Escuchas el ruido ensordecedor del impacto y después silencio. Pasan unos minutos. Estás flotando otra vez. No sabes dónde estás, pero no sientes ningún temor. Abres lentamente los párpados y ves a lo lejos, con una alegría singular que te brota desde el fondo del instinto, la luz de las dimensiones de un horizonte desdibujado. Por fin, lo inmenso y lo diminuto, lo alto del cielo y lo profundo del mar, el ancho de tu alma y la belleza de tu cuerpo, el pasado y el futuro, en este preciso instante, se vuelven a abrazar.
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