Es una novela de anticipación que propone la reflexión sobre lo que estamos viviendo: la fragmentación personal, familiar y social que propicia la vertiginosa innovación tecnológica, la inteligencia artificial, el cambio climático, la enfermedad y la posibilidad cercana de la muerte y el impacto emocional que tiene al interior de una familia como la de cualquiera de nosotros o de las personas que nos ven y nos escuchan.
Esta reflexión conlleva al tema de la época que vivimos, la hipermodernidad, de sus ventajas y desventajas. La posibilidad de conversar con uno mismo y con los demás sobre las preguntas básicas que plantea la novela.
¿En qué época vivo?
¿En qué se distingue de las anteriores y de las futuras? ¿Qué coyunturas nos está tocando enfrentar?
¿Cómo estas situaciones están afectando mi memoria, mi imaginación, mis emociones, rituales, deseos, símbolos, decisiones y conductas como ser humano?
¿Qué propicia la aceleración y el vértigo tecnológico? Propicia la comunicación, el respeto, la empatía, la solidaridad en mi familia, en la comunidad donde vivo o, por el contrario, ahonda la fragmentación por ansiedad, el hiperindividualismo, la distancia, el rechazo, indiferencia, la ansiedad como un miedo a la nada, el discurso del odio, la falta de sentido de pertenencia, de apetito por el futuro por que no tiene nada que ofrecernos?
¿Hasta dónde llega mi libertad para entrar y salir del contacto con la tecnología o cada vez se me induce a estar frente a alguna pantalla 15 horas al día? ¿Hasta donde se puede resistir o vacunarnos frente al algoritmo?
¿Hasta dónde conservaré mi libertad para insertarme tecnología en mi cuerpo para mejorar mi desempeño físico, mental? ¿Esto sólo lo puedo hacer con la tecnología? En verdad lo necesito? ¿Me acepto como soy, con mis limitaciones?
Y si yo decidiera no insertarme tecnología para mejorar mi cuerpo y mi mente ¿Hasta dónde aumentaría mi tolerancia o no hacia el otro sobre todo cuando sea diferente por la programación genética o la inserción de tecnología? ¿El otro, el mejorado tecnológicamente, tendría, a su vez, tolerancia respecto de mis evidentes limitaciones? Propiciaría la solidaridad y la cooperación o todo lo contrario?
Hoy en día, en medio de la experiencia que estamos viviendo todos, de una manera común y generalizada, este vértigo e incertidumbre de vivir, de una manera simultánea, una cotidianidad multidistopica, llena de amenazas externas como lo son pandemias, sindemias, la absorbente dependencia de la inteligencia artificial que limita nuestra libertad, cambio climático, amenazas nucleares, carencia, desempleo, violencia intra y extrafamiliar y la depresión colectiva, Considero que tendríamos que defender con firmeza nuestro derecho a estar conscientes y reflexionar, conversar e imaginar de lo que nos está ocurriendo y lo que puede venir. Olga Tokarczuc, Premio Nobel de Literatura 2018, menciona que permanecemos el 70% de nuestro tiempo imaginando y tal vez tenga razón. ¿En el fondo no estamos desesperados por integrarnos más que en seguir fragmentándonos? El estar viendo esta pantalla con su imágenes fragmentadas es una prueba de ello.
Yo considero, y lo abordo en la novela, que este presente que vivimos ha resultado ser un gran director de escena en el gran teatro del planeta, Después del intermedio de la pandemia, se corre el telón y aparece un escenario diferente. Todo se ha vuelto físicamente extraño. La aceleración digital, la inteligencia artificial. Nadie es igual que antes. Los vínculos emocionales se han vuelto otros, Funcionamos distinto, Tenemos ganas de cosas diferentes. Todos hemos cambiado de una u otra manera. Hemos evolucionado como personajes de la novela de nuestras vidas.
Y estos estímulos han propiciado el reencuentro con nosotros mismos y el reencuentro con la necesidad de lo colectivo.
El reencuentro individual se ha dado cuando nos vemos obligados a disminuir la velocidad y el vértigo con el que vivíamos y hacer una pausa y reflexionar sobre los temas y misterios fundamentales que nos hacen conectar con lo humano y que se han hablado y escrito por los clásicos desde hace milenios: nuestras fragilidades y debilidades como personas, como especie, la incertidumbre sobre el futuro, la vida y la muerte, la salud y la enfermedad, la experiencia del amor y del desamor, de la alegría y la tristeza, el tremendo alcance sanador que nos brinda el sentido del humor, y en resumen, los contrastes emocionales de los que hablo en mi novela. Son estos temas los que nos acercan y propician la empatía y el entendimiento común entre nosotros como seres humanos, Son los que logran la reconexión con los otros y la naturaleza, con el universo y con la conciencia de la inminencia de la muerte. Considero esencial utilizar nuestra libertad para poner la mirada, en los tiempos de crisis, en estos temas que son los que verdaderamente tienen importancia.
El reencuentro colectivo brota cuando nos damos cuenta que el cobijo y la cooperación mutua son indispensables para enfrentar estas amenazas globales que vivimos y que nos afectan a todos sin importar sexo, edad, posición económica, estatus racial, social o religioso, preferencia sexual y, por lo mismo, las soluciones deben ser globales. Esta realidad que vivimos agarra parejo. A muy mediano plazo, o nos salvamos todos o no se salva nadie. Nadie puede actuar como si no le afectara lo que estamos viviendo. Tenemos que estar en sintonía con lo que está pasando. Solamente vamos a poder reconstruir a partir de esta incertidumbre que todos sentimos. Si logramos pensar, hablar, actuar a partir de la experiencia, estaremos abriendo futuro, una bifurcación en la historia. Si conseguimos habitar la incertidumbre y confrontarla para hacer de ella una ventana más que una cerradura, me parece que estaremos sembrando algo diferente.
Por ello, el reencuentro con lo colectivo sólo se da cuando proviene de la sumatoria de reencuentros individuales auténticos que propicien el respeto, la empatía y la solidaridad, la ternura , el afecto, el sentido del humor, lo lúdico y con ello una convivencia pacífica y constructiva. La adición de los reencuentros personales es lo que propicia el reencuentro colectivo real. En este sentido, habremos de remar contracorriente de la realidad que nos propicia la vida hipermoderna.
Me parece que lo humano no dejará nunca de sorprendernos. En el curso de la historia, en situaciones mucho más duras que las que nosotros estamos viviendo, han habido respuestas humanas que con su intuición, inteligencia, palabras, han logrado hacer una grieta en el techo de la realidad que les asfixiaba para permitir a ellos mismos y a la colectividad poder respirar a través de ella, recibir una gotera de luz y esperanza. Creo que es una decisión vital de cada uno, elegir hacia dónde mirar.
Lo que construye el futuro son procesos, tanto en lo personal como en lo colectivo. Me parece que iniciar un proceso, darle consistencia y viabilidad, cuidarlo, es lo que nos puede ayudar a disminuir un poco la ansiedad de percibir el hecho de no estar sostenidos sobre nada. Hay mejor posibilidad de percibir un futuro cuando hay un proceso que lo inicie desde el presente. Creo que lo que es fecundo es iniciar el proceso para llegar a transformar las debilidades presentes en fortalezas futuras.
Por otra parte, creo que el silencio es la música del reencuentro. Hasta que nos conmueva esta música nos podremos entender mejor a nosotros mismos como individualidades y con ello a nosotros mismos como colectividad y así imaginar juntos, sin imponer recetas, para reducir la incertidumbre generalizada, alguna idea de futuro amable y posible hacia donde dirigirnos. Es esta energía liberadora que expresa lo que no tiene palabras.
Alrededor de estos temas construí una trama y subtramas y personajes principales y secundarios en donde se refleja las diferencias emocionales entre los miembros de una familia en la que un hijo es concebido y programado genéticamente y el resto de la familia son naturales y de cómo éstas evidentes diferencias físicas y emocionales se pueden ver impactadas o incluso modificadas por la enfermedad terminal del padre y de una amenaza externa, como lo es el cambio climático, superior a sus mutuas diferencias.
Mi objetivo es que de la conversación que yo tenga con el lector, a través de la lectura de la novela, ambos salgamos más livianos, con menos desasosiego y más porosos y receptivos ante lo que venga en futuro y juntos hagamos más sólido, lo que el filósofo George Bataille llamaba la “voluntad de suerte”, es decir la buena actitud, una actitud de movimiento hacia un objetivo claro, la disposición mental para que algo suceda, para que algo sorprenda.
El tema central de la novela es que a pesar de la fragmentación interna, familiar y social que provoca las luces y las sombras del ser humano y a pesar de todas las amenazas externas, conservamos por el momento, afortunadamente, y con ello, la posibilidad de reducir la incertidumbre, la libertad para imaginar y construir juntos, sin recetas, un futuro con esperanza hacia donde ir y así, poder decir Y seguiremos siendo nosotros, como dice el título de la novela. A pesar de la fragmentación conservamos la libertad para imaginar un futuro con esperanza.
CITAS
“Así se fueron enredando, una vez más, en el amargo columpio de emociones por el que han transitado durante su matrimonio: de la pasión del inicio a la necesidad de respiro, del telescopio para amar sus lunas al microscopio de sus fracturas, de la intensidad al hastío y de la presencia al olvido. Viven dentro de una casa vacía de palabras amables.”
“Muy cerca está el río, centinela de agua fugaz que abraza a la tierra. «Es un amigo que me ha acompañado en las buenas y en las malas. Es el mismo, aunque cada segundo cambie de sangre en sus venas». Un río que conversa y canta, con palabras nuevas, cuando roza las piedras que en su camino encuentra.”
“Eloy Paz lo escucha a diario, reloj de agua, porque le recuerda que no permanece en el mismo sitio, que el tiempo corre y que la vida se termina: la de él cuando su corazón se detenga y la del río, cuando llegue a donde el mar lo espera.”
“Su padre le enseñó a conversar con el vino al igual que uno lo hace con un buen amigo. «Hijo, tienes que aprender que es mejor beber en compañía que a solas y hacerlo con cadencia, en sorbos breves que deleitan y acompañan más que en tragos largos que adormecen y despiden.» Lo mejor que aprendió de su padre fue a contemplar el horizonte, a permitirse pausas con uno mismo para descubrir lo que hay entre cada segundo y así, escuchar el silencio.”
“— Escucha, Eloy. Son como gotas de lluvia al atardecer. Juega con ellas. Para tomar la música en serio, hay que ser claros como el agua. La música se trata de lo que vibra adentro de las personas y no sólo de notas, acordes o armonías; es una manera de comunicar emociones para conectar con quien esté a tu lado.”
—Enséñeme a improvisar.
—Bueno, improvisamos a cada rato, cuando caminamos, corremos o conversamos. En la música, el sendero es la melodía madre, la improvisación es la pulpa de la libertad, es lo que fermenta el arco iris de posibilidades de la canción y de la vida. En la improvisación no puedes pensar en nada porque te sales del sitio de la creación. —le contestó al dar un sorbo a su taza de café.”
“ El comedor estaba junto sin pared de por medio. Se oía el canto de la cocina: el sofreír de la cebolla y el ajo, la música de los sartenes y el aceite hirviendo. «Detrás de cada platillo hay, al igual que en una alcachofa o la vida misma, un sinfín de capas y de sabores, Eloy. Hay que permitirles que afloren. No lo olvides.» En la mesa había flores. Era el epicentro emocional y afectivo de la casa, donde surgía la conversación, la convivencia.”
“Sabe, al igual que Eloy Paz, que no hay felicidad completa, si acaso, tan sólo algunos instantes felices, aislados y fugaces. Siente que se le desmorona el piso donde está parada y que un torbellino gira alrededor de su cabeza.”
“En este lugar vi morir a mis padres. Aquí me enamoré de tu madre y te vi nacer y crecer. La tierra, el cielo y el río fueron testigos del trecho que me tocó andar y de cómo viví mis años. A ti te tocará seguir el camino. Es tu jardín y mientras dure, deja que las uvas te canten— alcanzó a decir su padre antes de que le soltara su mano y se desvaneciera para siempre frente a sus ojos.”
“¿Era mi amante, mi novia, mi confidente, mi compañera? Era todo y nada. Cuando estábamos juntos aparecía la magia, si se cumplían dos condiciones: que no le cuestionara el pasado y que no construyera expectativas a futuro. Lo importante para nosotros era lo que sucedía cuando nos mirábamos y hacíamos el amor. Sólo así se quedaba un poco más conmigo, aunque finalmente acabara por irse.»”
“¿Qué pasa, Alma?
—Me voy, huyo. Tengo que decirte adiós. Algo en mí se debilita cuanto estoy a tu lado. Estoy encantada de ti y enamorada a la antigua pero justo es eso lo que me hace sentir vulnerable y no puedo estar en esa débil posición de pánico, incertidumbre y ansiedad.”
“He estado entre dos oscuridades, la que había antes de mi nacimiento y la que vendrá en cuanto mi corazón deje de latir. No importa. Esto es parte de mi victoria, saber que no fui siempre oscuridad. Con el sólo hecho de haber nacido y seguir vivo, y hasta que deje de estarlo, sé que he derrotado a la muerte, que no es eterna y no tolera haber sido interrumpida.”
“Es un extraño juego de espejos que me refleja que no pueden existir, en un mismo segundo, la vida y la muerte. O estoy vivo o estoy muerto, y por ahora, sigo estando vivo. Sé que me voy a morir y esa es mi serena ventaja o mi dolorosa desventaja. Hasta ahora me doy cuenta. Tengo que prepararme para ello. Los segundos siguen corriendo.”
“ Si la muerte me llega pronto, al menos moriré con la alegría de que, en algún momento, mi vida la derrotó celebrando su propia existencia y sus mutuas diferencias. De que pude, con palabras y música, derrotar su silencio y con el calor de mis afectos, el frío de su aislamiento.”
“«Nací distinto sin pedirlo. Estoy solo y lo asumo. Vivo en medio de dos mundos uno “natural” de contrastes sentimentales y otro de vértigo, rendimiento e incertidumbre»”
“Le reconfortaba saber que al menos él no tenía alucinaciones, ni le temblaba el cuerpo, ni quería azotarse en las paredes, ni sus padres lo habían golpeado, ni estaba en drogas, nadie lo había violado, ni trabajaba en la calle para comer. Finalmente se convenció de que, a pesar de todo, su vida era mejor.”
“Estira el cuello y voltea la cara de un lado para el otro sin encontrar acomodo. Gime, jadea, grita. Lo necesita dentro de ella. Él lo sabe y levanta su cuerpo sobre sus rodillas separadas y permanece erguido, poderoso, triunfante.”
“Pasaron varios meses antes de que pudiera verse ante el espejo sin odio por la vida “natural” que le había tocado, aceptándose como es, con sus luces y sombras, logros y fracasos. Decidió quedarse con ella misma. Sólo así la depresión dejó de sentirse a gusto en ella y acabó por alejarse.”
“No me da miedo nada ni ando esperando nada, mija. Me siento libre. Ya no tengo miedo. ¿Miedo a qué? ¿A que mañana me maten? Hasta Úrsulo Santos se va a morir, todos vamos p’allá. Lo importante es cómo he vivido. He conocido el orgullo y la humillación, el amor y el desamor, la alegría y la tristeza y me siguen asombrando las cosas más simples, todavía me río a carcajadas.”
“«Estoy tranquilo. Lo vi triunfar, lo abracé. ¡No pudo haber sido mejor nuestra despedida!» Adentro de la cama, Lidia también lo abraza sin decir una palabra. Los dos no dejan de sentir, cada quien, a su manera, la incertidumbre de lo que pueda pasar a la mañana siguiente, el tan esperado lunes, el día en que se bifurcan los caminos.”
“«¡Estoy volando!», toma altura, estira las piernas, los brazos, las manos, las yemas de los dedos, hay cuatro arcoíris que se entrelazan entre sí y combinan sus colores como si fueran una larga serpentina de juguete, puede volar adentro del azul del amarillo del rojo del rosa del morado del anaranjado, entra y sale, vuela hacia arriba en círculos en espiral boca abajo boca arriba para adelante y para atrás, puede moverse en cualquier sentido, no tiene límites.”
“El pelo rojo de Alma flota libre entre el viento, se ponen abajo, arriba y a un lado uno del otro, se abrazan y acarician sin dejar de volar, de pronto, una luz intensa los rodea por completo y ellos, tomados de la mano, con suavidad y ternura, se desvanecen en círculos y en espiral y se dirigen hacia el lugar de donde brota esa cálida luz que cándidamente los atrae e ilumina…”
“Las ventanas están cerradas. Lidia toma el volante de su auto con las dos manos como si fueran los barrotes de su propia celda y le grita a su silencioso carcelero, llora sin poder detenerse, implora que la liberen. Nadie le responde.”
“Estoy en un lugar diferente. Tu memoria es mi nuevo hogar. Tienes recuerdos, es ahí donde ahora vivo. Será una forma distinta de estar juntos. Habrá veces que me recordarás al leer mis libros, escuchar los discos y tocar el piano y necesitarás mis abrazos y palabras. La nostalgia y la tristeza tocarán a tu puerta sin remedio. Son vientos que vienen y luego se van para dejar entrar a la alegría y la esperanza.”
“Al final, eso es la vida: resistir, perseverar, disfrutar y agradecer. Ser en la tormenta la calma, en la oscuridad la luz y en la tristeza, la alegría. Tienes un papel importante que desempeñar: hacer que El Cariño se vuelva un paraíso que pase de generación en generación o simplemente, ser testigo de cómo se convierte en nuestro último jardín. Esa será tu decisión y la huella que te tocará dejar.”
“Con pérdidas o ganancias, con alegrías o tristezas, se vive mejor en el punto de equilibrio con las ventajas de cada una de las orillas porque mañana será otro día, vendrá la calma, volveremos sin remedio a sonreír y, cuando llegue la noche, seguiremos siendo nosotros...”
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